Abstract
La historia reconoce el pasado y el presente de Colombia como una nación donde se vive violencia por ejemplo, en la década de los cuarenta y cincuenta del siglo XX el campo fue azotado por las confrontaciones de los partidos políticos Liberal y Conservador, y el producto de estas fueron las guerrillas rurales y urbanas (FARC, ELN, EPL, M-19) en los sesenta y setenta. Luego, la aparición del narcotráfico a fines de los ochenta y su continuación hasta nuestros días terminan por marcar al país como un lugar violento. En este sentido, ha surgido un discurso que describe a los colombianos como individuos que utilizamos la violencia como medio para sobrevivir, además de disfrutarla. La idea en este artículo es revisar una imagen que se ha proyectado al mundo y que ha contaminado la identidad del colombiano que pretende ser más agresiva que otras por su pasado violento. Existe una confusión entre el ser y el parecer que en últimas desdibuja una identidad y hace de esta última un holograma de algo que no existe.