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Aprender a investigar constituye un interesante proceso que usualmente requiere varias etapas en la vida de los jóvenes y que amerita ciertas consideraciones si la investigación se realiza en el ámbito universitario con el objetivo de investigar para enseñar, donde la investigación no es el fin, sino el medio para la docencia. Las etapas sucesivas pueden ser: la vocación, el encuentro con un maestro, la formación como investigador, el reconocer que la investigación y la docencia constituyen una sola cosa, la formación de relevos generacionales (maestros y doctores) y la de siempre: conformar un grupo de investigación, transmitir la experiencia y materializar sueños inconclusos. El solo conocimiento no es suficiente para ser maestro, se precisa también la sabiduría que implica no el saber mucho, sino el comprender muy bien pero el conocimiento y la sabiduría se deben conjuntar con la bondad, dos virtudes que se potencian. En estos apuntes presento mi experiencia de vida como investigador y también como maestro, como una versión ampliada de las palabras que pronuncié el Día del Investigador 2016 en la Universidad de La Salle.