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En este escrito se toma posición con respecto a quienes consideran que las humanidades deben desaparecer del ámbito educativo. En la coyuntura de la noticia de que el ministro japonés de educación pide suprimir las humanidades, se ayuda a mirar la necesidad de una formación humanística, para superar lo que Edgar Morin denomina inteligencia ciega. El autor propone una síntesis entre el pensamiento científico-racionalista y el humanista para una mejor comprensión de la realidad global que nos circunda.