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La educación es un camino para construir la tan anhelada paz y para recuperar la confianza en el otro, pues permite constituir mejores ciudadanos comprometidos con la transformación social. La academia debe hacer posible la vivencia de los valores como realidades que se disfrutan en la experiencia presente y cotidiana, y no únicamente como conceptos o ideas que se memorizan y se graban en la mente. En este artículo se comparten algunas reflexiones en torno a la edificación de la paz, teniendo presente el papel importante que desempeña la educación en la construcción del tejido social.